El pozo

>> viernes, 25 de septiembre de 2009

Érase una vez una hermosa osita panda con ojos verdes. Esa osita panda soy yo. Y no soy una osita panda cualquiera, soy una trastornada. Porque hoy día hacer caso a los demás es claro signo de trastorno. Y los peores trastornos son aquellos con los que vas a tener que convivir todo el camino. Como la anorexia; eso nunca se cura y menos si tienes a un duende deslenguado detrás de tu oreja siempre dispuesto a atacar.
 
Yo soy como soy, nunca me he caracterizado por ser una chica débil, ni floja ni pequeña. Soy una chica grande y con una mente igual que grande que yo. Pero a veces se me olvida y la debilidad y la flojera me hacen sentir pequeña. Nunca he sido la chica en la que se fijaban los chicos, yo era la que jugaba al fútbol con ellos. Nunca he sido la chica que se arreglaba para ir a clase, yo tengo la manía de ir cómoda a mis centros de estudio y de trabajo. Pero siempre he sido una chica muy exigente consigo misma. Y ahí está mi debilidad: lo que en los demás me parece de 10 en mí me parece de suspenso. Todas son mejores que yo en uno u otro sentido, y cuando necesitas que te suban la autoestima aparece el duende para acabar de hundirte recalcándote que, efectivamente, las demás son mejores que tú.

El primer amago de zozobra fue a los 12 años. Pero fue sólo un aviso de lo que me iba a venir con 15. Enfermeras, psicólogos, pérdida de 5 kilos en 2 meses, fusilamiento de los sentimientos de los de mi alrededor, encarcelamiento interior...Hasta los 20 que ya me noté totalmente recuperada. Me lo noté yo claro está porque decidí dejar de ir a los médicos sin que me diesen el alta. Siempre dicen que el autodiagnóstico no es lo prudente y ahora empiezo a pensar que es verdad. Que a lo mejor debería haber esperado a que me diesen el alta los que saben...pero para mí son solo estúpidos que me quieren hacer la vida imposible.
 
Pero no es así, la estupidez viene de dentro, no de la gente que quiere ayudarte. Los que que quieren ayudarte pero, debido a la ignorancia, no hacen más que machacarte son el verdadero peligro. Con una simple frase te minan la moral y hacen que seas capaz de hundirte en el pozo más oscuro y profundo. Y eso me ha pasado hace escasos minutos, esa extraña sensación en la garganta, los ojos húmedos por las lágrimas que retengo, el adefesio infame que se refleja en el espejo y que se llama y viste igual que yo...Oficialmente estoy en el pozo: si alguien tiene una cuerda y tiempo que perder salvando a un monstruo que se pase por aquí. Aunque lo mismo lo largo con cajas destempladas; es lo que tiene el pozo, que te acaba volviendo igual de oscuro y de cerrado que él. Lo bueno es que al estar envuelta por la oscuridad puedo llorar a gusto.
 
Nadie es perfecto.


0 comentarios:

  © Blogger templates Romantico by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP